Isco aterrizó en Sevilla el 7 de agosto entre las suspicacias de una afición que, como había ocurrido también en la planta noble del club, andaba dividida acerca de su fichaje. Unas condiciones económicas favorables, muy diferentes a las que el malagueño solicitaba al comienzo del verano, permitieron que firmara en Nervión, que pronto pareció ilusionarse: más de 5.000 sevillistas acudieron a su presentación sin saber cuándo comenzaría el centrocampista a jugar. De hecho, llegaba a pocos días de iniciarse el campeonato y sin haber hecho una pretemporada. Seguramente, eso le pesó a un físico que últimamente tenía menos aún de privilegiado.
Cierto que en un vestuario que ha pasado y pasa por muy malos momentos, necesitado de líderes, resulta mucho más difícil cuajar, pero en estos cuatro meses como sevillista Isco no encajado ni dentro del campo ni tampoco fuera de él. En los últimos tiempos, hasta Jorge Sampaoli perdió la fe y tuvo que enfadarse con el de Arroyo de la Miel cuando en el calentamiento de Copa del Rey contra el Velarde hizo ademán de no querer jugar por unas molestias, a las que el técnico argentino no atendió. El de Casilda acabó alineándole durante más de 60 minutos.
A pesar de su fugaz paso por el Sevilla, Sampaoli ha querido dedicarle unas palabras de agradecimiento. “Isco es un gran chico y le deseo lo mejor”.