Pareció petulancia, pero en realidad fue una lectura correcta del partido. Ancelotti salió con seis suplentes habituales, se guardó a sus coroneles y mascó pocos chicles. Entendió que el Madrid ganaría este partido independientemente de quienes pusiera y sucedió, porque el Elche salió bandera blanca en mano. Su milagro no pasaba por el Bernabéu. Fue blandísimo atrás y benigno delante. Un chollo para algunos madridistas con ganas de progresar. Rodrygo, sin ir más lejos, lo pasó en grande en el jardín de Vinicius, Benzema se sacó la espina del Bernabéu con dos goles, Ceballos y Asensio acumularon cupones de renovación, Alaba y Camavinga pasaron un buen rato en papeles diferentes a los habituales y la afición reclamó la renovación de Modric.
Como la clasificación no engaña, el Elche salió cuerpo a tierra. Y como el calendario no engaña, el Madrid miró por detrás del partido, donde le aguardan unos cuantos ‘ochomiles’. La cosa quedó en un once para rodar a Militao, Alaba y Benzema, que salen de la enfermería, para refrescar a Modric (a Kroos le inhabilitó una gastroenteritis sin necesidad de que lo hiciera Ancelotti) y para experimentar con los cachorros. El italiano dispuso un centro del campo inédito, con Valverde y Ceballos como volantes y Camavinga de pivote. El francés anda buscando su lugar en el mundo. Esa itinerancia acompaña a futbolistas difícilmente definibles y este lo es. Parece bueno pero no está claro para qué. Y arriba, en los costados, Asensio y Rodrygo, que es mejor en la izquierda, pero por ahí solo pisa Vinicius.
También el Elche entendió que esta no era su guerra. No en el once, que parecía el mejor posible a falta de Boyé, tocado durante la semana y que empezó en el banquillo, pero sí en la actitud. Quedó bien explicado en el gol que abrió el partido. Asensio recibió en la línea de tres cuartos, Raúl Guti y Magallán, educadísimos con el balear, le hicieron pasillo y el remate de zurda resultó imparable para Badia. El último recuerdo nacional del Madrid era Mallorca, en un partido de lija. Este Elche debió parecerle de otra Liga. Especialmente a Asensio, ese futbolista que a menudo pierde el duende sin perder el gol.
El primer gol del Real Madrid contra el Elche fue obra de Marco Asensio y tuvo una celebración muy especial. El mallorquín se frotó la cabeza en un guiño a los niños que se encuentran en tratamiento oncológico.