El Atlético sigue siendo invencible en casa

Jugar en casa es garantía de victoria para el Atlético de Madrid. Los goles de Riquelme y Morata en la primera parte fueron suficientes para conseguir los tres puntos ante el Alavés y elevar a 14 su racha de triunfos como local, igualando el mejor registro de la historia del club. Este resultado, además, permite a los rojiblancos asaltar la tercera posición de la clasificación.

“Ten un plaaan”, brota el fútbol de la pizarra del Cholo como si lo empujara la voz de Rafa Val, cantante de Viva Suecia. Porque hace ya tiempo que el Atleti defensivo se acabó, porque hace ya meses que ese traje a Simeone ya no le asienta, corto se le queda. Empeñado su equipo en sacar la pelota jugada desde atrás. En acumular hombres arriba. En fluidez. En atacar y atacar y volver a atacar. Gorosabel y Duarte pronto naufragaron en las bandas. Guridi se ahogaba entre Koke y ese Hermoso que, en ataque, se encastraba al medio. Al Atleti solo le faltaba tino. Morata cabeceaba mal, solo. Hermoso, fuera. Saúl, alto. El gol se mascaba, faltaba verlo en el marcador. Entonces apareció el chaval, apareció Roro para sentir todo el agua sobre su cabeza como en un bautismo. El rojiblanco. El definitivo.

Grizi condujo, Morata centró y Riquelme recibió en su pico del área para romper a Gorosabel, desbordar y definir con la puntera. Si el Alavés pareció recuperar tono antes del descanso, entre Koke y Morata se lo arrebataron: el primero con una pelota enviada al espacio con música, el segundo, con un desmarque y un zurdazo a la escuadra. Gol. Son ya 12+1, nueve con el Atleti, y ese “Ten un plaaan” que esta temporada ya es más que una canción.

Luis García cementó su equipo en la caseta con el regreso de Javi López y el Alavés volvió más intenso en los duelos individuales. El Atleti ya no le atravesaba con su fútbol, aunque siguiera atado a esa bota que vuela y habla francés, la de Griezmann, un dechado entre líneas. Marcaría pero el árbitro se lo usurpó en una de esas decisiones que solo entienden los árbitros. Porque corría Llorente con Duarte detrás, que le agarró, y Llorente daba un ligero manotazo, nada, y Muñiz Ruiz decía: “Sigan”, y todo terminaba en gol del francés, pero entonces el árbitro lo anulaba por el golpe de Llorente. Incomprensible. Otra. Pero esa es una bolsa que a los árbitros parece no pesarle demasiado. Aunque lo haga. Toneladas. Con todos sus errores.

El Atleti se enfadó y, peor, se desconectó. Luis García aprovechó para meter a Hagi en la ecuación. Samu ya no estaba. Y Hagi que pisaba a Witsel en naranja y tenía la primera gran ocasión, con un remate que se iba un palmo. Pero ni el gol de Guevara, al que asistió Hagi, que llenó el último minuto de nervios lograría arrebatarle la victoria al Atleti. El pleno al quince se quedaba en casa. Simeone suma y sigue. El Barça, ya por detrás.

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