Otro año más el Sevilla se ve condenado a una heroicidad si quiere estar en los octavos de final de la Champions. Antaño no lo logró, pese a que su premio de consolación con la Europa League, su competición fetiche, terminó con otro trofeo en las vitrinas.
La realidad es que el grupo era como para volver a soñar en grande en la máxima competición continental pero tras cuatro jornadas sólo acumula dos puntos, a tres de PSV y Lens. Los neerlandeses ganaron a los franceses, lo que aún da opciones a los de Diego Alonso, aunque necesitarán del buen hacer de un Arsenal que ya ha encarrilado el pase.
El once desnudó las intenciones de Diego Alonso: un ojo reservón en el derbi y el otro, embrujado por esa espiral de experimentación en la que se ha metido el técnico charrúa, que sigue sin enterarse de la película. Una alineación extraña en la que sorprendía la aparición de Kike Salas por el lateral izquierdo, con Pedrosa en el extremo, y también la inclusión de Joan Jordán en un centro del campo sin Soumaré. Sin Ocampos ni Lukebakio por las alas, En-Nesyri regresaba en el lugar de Mariano. El delantero marroquí no andaba nada contento con el súbito banquillazo, pero esta titularidad la habían pintado envenenada: escasamente asistido, vivió como una isla en el desangelado ataque sevillista.
Con Gabriel Jesús, crack en Nervión, fuera de combate, Arteta tampoco pudo contar con su otro delantero puro del equipo, Nketiah. En su lugar aparecía el belga Leandro Trossard, un falso 9 que a la media hora se disfrazó de killer para inaugurar el marcador a pase de Saka (1-0, 29′), justo cuando Diego Alonso había ordenado una defensa de cinco.
Casi 20 minutos tardó en pasar del mediocampo un Sevilla apabullado y fuera de sitio, incapaz de dar dos pases seguidos en ataque ni de contener a Martinelli por la izquierda. Y apenas con patadas a Saka por la derecha. Sólo la falta de remate en unas ocasiones y de puntería en otras evitaba que el Arsenal se marchara con más de un gol de ventaja a un descanso del que, ojo, el equipo de Nervión volvió sin realizar una sola sustitución. Le debió de gustar lo que había visto sobre el campo más a Diego Alonso que a Arteta. El uruguayo no hizo cambios y el vasco sí que metió en el campo a Zinchenko, lateral que se metamorfosea en pivote, para tener la pelota todavía más tiempo, si cabía.
Sin cambios, claro, no varió la decoración para el Sevilla. Havertz y Trossard habían avisado con dos disparos que se marcharon por muy poco antes de que Saka, precisamente después de la única combinación potable de los visitantes en campo contrario, cogiera las vueltas a Gudelj y Badé, se deshiciera de Pedrosa y la cruzara a la red (2-0, 64′).