El francés iguala a Escudero como segundo máximo goleador del Atlético, con su gol 169 que fue el 2-1 para un Atleti que sufrió ante el Villarreal. Adelantó Gerard, empató Witsel, amplió Lino. 15 victoria seguida en Liga, récord, 17 en total.
Los finales a menudo reescriben los principios, porque solo el Atleti logró romper al final a ese Villarreal que, con Tena, se presentó a lo Marcelino sin Marcelino todavía, en un 4-4-2. Enfrente, al Atlético, con Saúl en el interior izquierdo para completar la banda de Riquelme, salió a presionar arriba para abrochar esa victoria 15 ante un rival que en los doce años de Cholo ha sido kryptonita.
Regresó el Atlético dejando a Saúl en la ducha y revolviendo su armario para sacar de éste las piezas que le dieran la energía necesaria para pulverizar de una vez la muralla de Tena. El primero fue Llorente. Le dio al Atleti eso que le había faltado: velocidad y precisión en los metros finales. Centro a centro. Pero Morata erró el primero, un cabezazo a bocajarro, y el segundo también, otro. El Atleti acampaba en campo amarillo picando ladrillo, pellizco a pellizco.
A la hora, Simeone sumó el desequilibrio de Lino (por Riquelme) y lo del martes, Correa arriba y Griezmann paso atrás, como interior izquierdo. Un Griezmann que logró descerrajar el partido al final, tras un pase de Koke que quebró en dos al Villarreal y centro de Llorente. Lino ponía el broche con un zurdazo, tras una cabalgada de Barrios mientras el Metropolitano cantaba: “Te quiero Atleeeti”. Ole, ole y ole. Como guiño a la historia. A los doce años de Cholo. Y toda la música, que en ellos, no deja de ponerle Griezmann.