No era un partido cualquiera. Era un día para rendir homenaje a uno de los mejores futbolistas de toda la historia. Para recordarlo. Y para brindarle un triunfo que pudiera ver desde el cielo. Recibió el Bayern de Múnich después del parón invernal al Hoffenheim y lo hizo tan sólo cinco días después de la muerte de Franz Beckenbauer, aquel futbolista, entrenador y presidente que por siempre cambió la historia del club. Y el Bayern, su Bayern, estuvo a la altura en el día de su entierro.
¿Cómo no? El equipo dirigido por Thomas Tuchel venció por 3-0, Jamal Musiala brilló y el Kaiser, allá donde estuviera, sonrió.
El Allianz se vistió de gala para despedir a la leyenda alemana. Los jugadores del campeón saltaron a calentar vistiendo camisetas con el número cinco, mítico dorsal del Kaiser, en las indumentarias de los bávaros se podía leer la frase “Danke Franz” (gracias, Franz) y por los altavoces del coliseo muniqués sonaba “Gute Freunde” (buenos amigos), canción entonada por el mismísimo Beckenbauer que salió a la venta en los años 60. El Bayern, equipo del corazón de Beckenbauer, quiso honrarle en el primer partido oficial después de su muerte. Y lo hizo desde el primer minuto.
Jamal Musiala tiene ese don de mejorar la jugada cada vez que el balón pasa por sus botas. Es capaz de superar a su par con tan solo un movimiento, sabe cuando hay que aplicar velocidad y cuando no y, sobre todo, ve portería.
Ante el Hoffenheim convirtió su segundo doblete en la Bundesliga, después de estrenarse en la abultada victoria al Darmstadt (8-0).Y ya suma cinco goles en la competición, además de dos asistencias.
Veremos si es capaz de alcanzar sus cifras goleadoras de la temporada pasada, donde cosechó 12 dianas en 33 jornadas, pero lo que está claro es que el Bayern baila al sol de Jamal Musiala.