Fue un partido de muertes y resurrecciones, de centellas y meteoritos. Llovieron varios sobre el Madrid, también sobre el City, y la resolución del caso quedó para el Etihad, donde el equipo de Ancelotti queda obligado a otra gesta, esta vez sin la varita mágica del Bernabéu. Del choque debió salir más aliviado Guardiola, que vio cómo su equipo se vio a menudo a merced del vértigo de Rodrygo y Vinicius. Mató luego esas dos moscas a cañonazos. Y un cañonazo, de Valverde, dejó las cosas como estaban antes de empezar tras un pleito a la altura de los dos mejores equipos del mundo.
En cualquier caso, el partido estaba ya más en lo que decían los antecedentes, con una tenencia de balón de los ingleses más acusada. Y donde el Madrid había perdonado, no lo hizo Foden. Se vio sin vigilancia en la frontal y metió un zurdazo imparable a la escuadra. Eso también se había visto hace un año, aquella vez con De Bruyne en el gatillo. Incluso cuando no hay fútbol quedan los futbolistas y el canterano del City está en la temporada de su vida.
El jugador expresó su inconformidad tras acabar el partido: “Estamos un poco decepcionados, especialmente yendo 2-3 arriba pudimos controlar más el partido. No conseguimos tener el balón después del saque de puerta y nos marcaron con un golpeo fantástico. Hay muchas cosas que podemos mejorar para la vuelta”, analizó.