Y de repente, Arda Güler. Cuando el madridismo miraba hacia Múnich, el de Altindag fue un oasis en San Sebastián. Y aglutinó los focos. Todos.
En sus primeros 31 minutos de Liga ya había logrado enjaular un tanto, al Celta. En el 29′ en Anoeta ya había desenfundado. Tchouameni trazó una estupenda diagonal, Carvajal la bajó, cruzó el balón raso y allí estaba Arda para colar el esférico entre las piernas de Remiro. Con la calma que auspicia el talento.
Ancelotti no regateó elogios: “Tiene un don. ¡Hablamos de un chico que lleva más goles que minutos jugados!”. Una hipérbole que no lo es tanto. Antecedida por el carpetazo a cualquier runrún: “Va a ser muy importante en el futuro y no hay duda de que se quedará aquí el próximo año”. Punto final.
Arda Güler. El futbolista del Real Madrid se llevó el premio al MVP del partido, después de ser el autor del único gol de la noche en el Reale Arena. Precisamente, fue su primera titularidad con la camiseta blanca, algo tarde, pero la aprovechó al máximo.