Nico Williams recibe a AS en un restaurante de Goiko en Bilbao. Es el jugador de moda en San Mamés y no borra la sonrisa de su rostro en ningún instante. Apenas ha probado bocado y se come una hamburguesa de la firma a la que presta su imagen con la facilidad con la que deja atrás a rivales.
Está feliz en Bilbao y esquiva preguntas sobre su futuro. En su vida existe el pasado tremendo que dejaron atrás sus padres y le sirve para valorar lo que tiene, y un presente rabioso que le señala como estrella del fútbol mundial. El porvenir, ese que quería escribir el Barça a su lado, no lo sabe nadie. Eso sí, le impactó San Mamés en Europa, es lo que soñaba.
Convocado con la selección española para este segundo parón internacional, Nico Williams se ha convertido en un fijo para Luis de la Fuente. “Me provoca la misma felicidad que la primera vez que me convocaron. Siempre voy con idéntica ilusión, la de poder hacer cosas grandes. Es mi máxima aspiración, intento luchar como uno más. No me siento ni más ni menos que nadie. Tampoco creo que tenga el puesto asegurado. Trabajo como el que más para poder llegar a esas citas. Contento de que el míster pueda confiar en mí otra vez”, explicaba.