En San Sebastián en este febrero de los últimos coletazos invernales a las nueve de la noche imperaban 15 grados y sudó el Midtjylland como un condenado en el corredor de la muerte, porque es un coladero, un equipo que resultó un juguete patético en manos de una Real que no tuvo que esforzarse mucho ni hacer valer el 1-2 de la ida para atravesar el puente hacia octavos.
Brais Méndez – asistido por Bech – y Sucic sentenciaban por unos instantes la eliminatoria por la vía rápida. Buksa – de penalti – y Osorio metieron el miedo en el cuerpo, pero el croata salió al rescate al filo del descanso. Oyarzabal, también de penalti, y Óskarsson, sobre la bocina, ‘mataron’ la eliminatoria en la segunda mitad. (5-2).
Había ciertas dudas sobre quiénes serían los elegidos para sustituir a Zubimendi y Aramburu, ambos sancionados, pero Imanol apostó finalmente por situar a Aritz Elustondo en el lateral diestro y a Olasagasti en el pivote. Y salió el equipo con convicción.