El crecimiento de Declan Rice como jugador a las órdenes de Mikel Arteta quedó constatado con sus dos golazos de falta ante el Madrid. Una novedad absoluta, pues, según datos de Opta, nunca en su carrera, en más de 300 partidos, había anotado de libre directo. Es más, aunque tiene un gran lanzamiento desde fuera del área, nunca había sido un consumado especialista.
Hasta su llegada al Arsenal, donde sí había asumido la responsabilidad de los saques de esquina, en el West Ham tuvo siempre a otro especialita: Noble, Lanzini, Cresswell o Benrahma. En el conjunto gunner, los lanzamientos de falta habían sido hasta ahora propiedad de Odegaard. Sin embargo, ante el Madrid se sacó de la chistera dos ‘cañonazos’ que desafían al resto de su carrera.
Nadie en su sano juicio hubiera imaginado que aquel joven nacido en Kingston, un municipio de Londres, que se formó en la cantera del Chelsea antes de llegar con 15 años al West Ham y que debutó con Irlanda antes de hacerlo con Inglaterra hoy sería el mejor centrocampista del momento y el culpable de la humillación del Real Madrid de Mbappé, Vinicius, Bellingham y Ancelotti en la ida de los cuartos de final de la Champions. Un futbolista ejemplar, labrado a base de trabajo y de esfuerzo que hoy consigue el premio que tanto merece para coronar una carrera que solo acaba de empezar. Lo ha hecho a lo grande.