El equipo de Diego Simeone se sabe casi descartado de la lucha por el título doméstico. No obstante, un tropiezo y quedar a más de siete puntos del Barça ya era una señal alarmante a falta de siete jornadas para finalizar el campeonato. Pero no iba a ser más escandaloso que un Pucela casi condenado a Segunda: ya le separan 14 puntos de la salvación.
Y eso que Ferreira estrenaba pronto los guantes ante un Barrios que, al inicio, casi marca sin querer. El Atleti afilaba cuchillos en su área mientras el Valladolid seguía en sus trece: salir jugando hasta Oblak. Los del Cholo se veían tan superiores que se acercaban a molestar en la salida como en un trampantojo, sin agobiar demasiado. El Valladolid se fue creyendo que podía salir del espejo tras lanzar su primer córner. Para que Simeone torciera el gesto.
Lenglet trató de despejarlo como si fuese portero, con una zamorana, y, claro, aunque la jugada siguió, el árbitro enseguida recibió llamada de VAR. Pantalla y dedo al punto. Sylla lanzó el penalti engañando a Oblak. Fue ahí, cuando del cielo ya llovía y comenzaba a hacerlo en la hierba, que Giuliano echó a correr para demostrar que hace ya mucho que se ha arrancado el ‘hijo de’. Aunque como Simeone es inevitable que corra: todo pundonor y garra. El nunca dejes de creer va cosido en sus pies contagiando a los demás. Dos minutos después seguía lloviendo del cielo pero ya no en el marcador.
Primero fue una carrera para que el Metropolitano viviera lo inmediato anterior pero a su favor: Javi Sánchez le paró con pisotón en el área. El oído del árbitro volvía a sonar. Ring, ring. Tras la pantalla, el revival: el árbitro señalando el punto y Julián exorcizando sin dudar un ápice al enviarlo a la red por el centro. 1-1. Dos minutos después volvía a correr Giuliano para dejar atrás a Henrique, recortarle y disparar ante Javi Sánchez. Al Valladolid que seis minutos antes celebraba el primer gol de su historia en el Metropolitano ya se le había olvidado. La realidad había caído sobre sus hombros. Como los años en Grizi. Porque ante el Valladolid tampoco. Por mucho que bajara a recibir para iniciar jugadas, no le llega. Le falta chispa, resuello y tino. Es una vela que se está apagando y cada vez luce más tenue. El Atleti tenía problemas para generar juego en la izquierda o a secas. Incapaz de dar tres pases seguidos, solo era mejor que el colista en el marcador.