Ya se pudo intuir cuando el ‘speaker’ del Bernabéu anunció por megafonía, minutos antes del partido, quiénes iban a ser los once jugadores titulares del Real Madrid contra el Sevilla. Cuando llegó a Vinícius, se percibieron pitidos desde la grada. La duda razonable, dado el volumen de la locución, era si esos abucheos procedían de la grada visitante o de los habituales del estadio blanco.
Pocos minutos después, quedó constatado que el runrún de la afición del Real Madrid con quien el sábado ejercía como su capitán, dadas las bajas de Carvajal y Valverde, era real. Fue en un contragolpe en el que Vinícius se enredó con el balón, tratando de hacer la guerra por su cuenta hasta perderla ante Carmona (una lapa durante todo el partido), para desesperación de sus compañeros.
El primer impulso del brasileño fue mandar un mensaje enigmático a través de su cuenta de Instagram, poniendo un escueto texto (“…”) y cambiando su foto de perfil del Madrid por una en la que llevaba puesta la camiseta de Brasil. La realidad es que, en cierto modo, con lo que sucedió en el partido ante el Sevilla y tras él, de manera intencionada o no, Xabi Alonso devolvía a Vinicius lo acontecido tras el Clásico, en el que Vini se quejó airadamente cuando fue cambiado y, después, con su posterior comunicado de perdón, en el que ni siquiera nombró al técnico.