Este inolvidable Nápoles acaba de escribir otra página de su historia. Los azzurri estarán entre los ocho mejores equipos de Europa, un resultado que ni Maradona fue capaz de conseguir bajo el Vesubio. Tras el triunfo del encuentro de ida (0-2), los sureños volvieron a batir al Eintracht con tranquilidad, la que faltó en la ciudad tras la llegada de los ultras visitantes, vetados en el Maradona y desatados por la calle.
Jamás había llegado a estas altas instancias en la competición, pero bajo la tutela de Luciano Spalletti los ‘azzurri’ se sienten invencibles. Después de ganar 0-2 en Alemania, la vuelta en Italia no tuvo historia. 3-0, con doblete de Osimhen, que hoy centró los focos en detrimento de la figura inesperada del equipo, Kvicha Kvaratskhelia.
El talentoso joven georgiano tuvo una actuación algo más discreta de lo habitual. Tampoco le hizo falta al Nápoles que frotara la lámpara como en otras ocasiones este curso. Lo intentó varias veces, pero Trapp le abortó todas sus llegadas. Con quien no pudo el meta fue con Osimhen.
El delantero nigeriano desniveló el marcador en el tiempo añadido de la primera parte con un impecable testarazo que dibujó una parábola diabólica. Contemporizó el ariete en el aire napolitano un gran centro desde la derecha de Politano.
El tanto al filo del descanso supuso un duro mazazo para el Eintracht. Sin apoyo en las gradas de su afición, que destrozó el centro de Nápoles en los prolegómenos del encuentro, para el que no tenían entrada, los pupilos de Oliver Glasner se hundieron en el segundo acto. No habían generado mucho en ataque hasta entonces pese a cuajar una correcta primera mitad. El tener que hacer tres goles ya fue una montaña demasiado difícil de escalar.
