Lo más positivo para el Chelsea en el Santiago Bernabéu fue el resultado. Y dice mucho de un equipo que cae por dos goles en unos cuartos de final de la Champions League.
El 2-0 mantiene un poco viva la eliminatoria tras un duelo que, visto el nivel de la defensa ‘blue’, podía haber quedado cerrada tras los 90 minutos en Madrid. Lentos en los repliegues, flojos en los duelos, erráticos en el marcaje y nulos corriendo hacia atrás, la zaga de los de Lampard fue un auténtico desastre.
Era un Bernabéu con garras y dientes y Lampard tomó nota. Obvió la defensa de cuatro que le arropó en su estreno y metió los tres centrales que empleaba Potter, Thiago Silva medio convaleciente incluido, a costa de lo más parecido a un goleador que habita en la plantilla: Havertz. Posiblemente presumía que el Madrid saldría con los del Camp Nou, un once para partidos a la tremenda que Ancelotti cree que vale también para una primera mano.
Así que la cosa quedó en lo que decían las alineaciones: un Madrid dominante y volcado y un Chelsea enclaustrado, aunque con la defensa muy adelantada, y a la caza de una contra. Dos se tragó el equipo de Ancelotti en los primeros tres minutos, las dos partieron del formidable Kanté, las dos se le fueron vivas a João Félix, las dos llegaron en pérdidas imprudentes de los centrocampistas blancos. Todo en un Bernabéu en modo avión. Es el madridista un público que se agranda ante lo imposible y se encoge ante lo probable.