Pocas uñas quedaron en Anfield tras el pitido final de Istvan Kovacs después de 120 minutos de una ‘guerra’ futbolística, pero que no decidió la eliminatoria de octavos de final de la Champions League.
Fue el del Paris Saint-Germain -tras dos penaltis atajados por Donnarumma- que demostró que está más unido que nunca con el abrazo que protagonizaron Dembélé, autor del único gol del partido, y Luis Enrique, el arquitecto de este inmenso equipo.
El italiano se convirtió en el héroe del partido con dos paradas en la tanda de penaltis.