En la oscura noche de Qatar, a orillas del Golfo Pérsico, el cielo se abrió para Argentina y para Messi, la historia escribió el capítulo final, el que permite al 10 superarse a sí mismo y al resto, a su leyenda y a todas las anteriores. Donde quiera que esté, Maradona le entregó el cetro, el regalo que le faltaba, el título que le costó dios y ayuda conquistar ante otro coloso, Mbappé.
Fue una final para el recuerdo, un partido que pasa a la historia por su desenlace y su nudo, por haber permitido presenciar una batalla entre dos gigantes, el que nunca se resistió a morir y al que cuesta más que a nadie matar. Uno de los partidos de los Mundiales, decidido en los penaltis con un gran Dibu Martínez y tras una prórroga agónica, maravillosa.
El universo Twitter fue creciendo bajo la túnica negra con la que Leo Messi levantó la Copa del Mundo. Miles, millones de mensajes, llegados de todo el mundo y en todos los idiomas; de instituciones, de personas anónimas, de dirigentes y de futbolistas y estrellas del deporte, con o sin balón en los pies, que quisieron unirse a través de las redes sociales a la inmensidad que rodeaba a la estrella argentina en Qatar.
Messi fue Twitter y Twitter se santiguó a la imagen y semejanza del mejor jugador del torneo. Carles Puyol se convirtiño en uno de los primeros que proclamó su fe hacia Messi, mucho antes de que la prórroga y los penaltis decidieran la intensa final. Y mucho antes de que el tenista Andy Murray, que entre otras cosas ha sido campeón olímpico con su raqueta, se inclinase hacia el arte del delantero.
La ‘messimanía’ fue creciendo como una bola de nieve que se hacía inmensa, mágica, entregada al futbolista, sin un reproche, con el corazón abierto, hasta quedarse sin palabras, una simple expresión y una etiqueta con sabor divino #D10S como la que emplearon Pau Gasol y una apasionada Núria Picas, como si surcase corriendo una de sus montañas.
